La imagen superior corresponde a las tumbas de un matrimonio, cada uno enterrado a un lado de un muro y en un cementerio diferente. Es una bonita historia en la que el amor salva barreras físicas y religiosas, incluso más allá de la muerte.
Todo ocurrió en Roermond, en los Países Bajos, a finales del siglo XIX. J.W.C. van Gorcum era un coronel de caballería, protestante, que se había casado en 1842 con una mujer católica. Aquel matrimonio perduró en el tiempo casi cuarenta años, hasta que en 1880 él falleció y fue enterrado en el cementerio protestante del lugar. Ocho años más tarde moriría ella, y pidió ser enterrada en el cementerio católico, pero cerca de su marido.
Su deseo se cumplió gracias a que la tumba de él estaba junto al muro que separaba ambos cementerios, y así el último deseo de ella, ser enterrada junto a su marido fue llevado a cabo. La enterraron al lado de su marido, separados por el muro que diferencia a los fallecidos de cada religión pero unidos por las manos que salen de cada uno de los panteones.
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